Fernando Aejandre Farías.
Comúnmente algunos profesores tienen la inquietud de saber más acerca de un tema o simplemente de proponer ideas "nuevas" que han llegado a su mente en momentos de brillantes. Pero no siempre aquello que nos surge o salta en nuestra mente como algo totalmente innovador para dar respuesta a algunas de las muchas problemáticas de esta vida puede ser tan inédito como en esos momentos lo creemos.
La mente es un espacio tan inmenso y complejo que en muchas de las ocasiones nos juega algunos tipos de bromas relacionados directamente con lo que he mencionado, puede ser que un día al caminar por la calle o escuchar la radio hubiésemos oído alguna nueva alternativa para solucionar algún problema relacionado a la educación. Pero como en esos momentos puede que no nos sea de utilidad no prestamos atención, sin embargo llegado el momento y la situación idónea es donde recordamos de cierta manera esa idea escuchada pero sin recuerdo consiente de haberla escuchado y es cuando la tomamos como algo propio y/o nuevo.
Es por tanto que nosotros los docentes antes de proponer una idea como la más innovadora del universo debemos revisar su estado del arte o conocimiento. Lo cual simplemente se refiere a aquellas cosas en las cuales ya ha sido probada esa posible alternativa, o que es lo que se conoce de esa idea, qué resultados ha arrojado, como se ha trabajo e inclusive donde y bajo que condiciones se ha puesto en práctica.
Esto no debe de desanimar al investigador, por el contrario tiene que actuar como aliciente para que este individuo tome el estado del conocimiento como una base firme a cerca de su investigación y a partir de ello se enfoque a realizar y proponer aspectos y alternativas que nos han sido tocadas en este mismo objeto, lo cual otorgará mayor valides a su trabajo porque serán cuestiones que no han sido tratadas o simplemente podrá ser vista como una muy viable o negativa ruta de avance para los propósitos que se tengan como primordiales.