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La fisionomía del sistema educativo mexicano ha cambiado; nuevos actores surgen y otros destacan más en el contexto de la educación nacional. Al discutir este tema es importante hacer hincapié en que todos los que integramos la sociedad formamos parte de las Reformas y por consiguiente somos actores de las mismas, algunos son más sobresalientes que el resto como lo son: Gobierno Federal y Gobierno Estatal; Empresarios y la Organización Sindical, olvidando a organizaciones sociales y del sector productivo; padres de familia; maestros y directivos escolares y al actor esencial que es el EDUCANDO.
Gracias a la Reforma emprendida en los años noventa y el incremento en la investigación educativa, hoy se tiene mayor claridad respecto a las formas de intervención que distintos actores ejercen en la gobernabilidad del sistema educativo nacional. Es necesario entender que nunca una Reforma será igualmente implementada que una anterior o que traerá consigo las mismas intenciones, siempre hay cambios, tal vez no son notorios en el instante, pero aparecen en el transcurso de los años; en todo momento dichas Reformas son planteadas para organizar el proceder de cada uno de los miembros o actores en la sociedad además para todos nosotros siempre existe un guión o rol que ejecutar.
Dentro del Neoliberalismo, las Reformas se estructuran de tal manera que los principales actores como lo son los grandes Empresarios sean favorecidos, jamás se piensa en el pueblo; conjuntamente los Actores beneficiados, también son los intelectuales de las mismas en donde le dan participación a los políticos, en todo momento cuidando sus intereses por supuesto y a la vez protegiendo un poco a la nación.
Las políticas culturales del Estado mexicano siguen las tendencias empresariales y privatizadoras neoliberales en el interior mismo de las instituciones dedicadas supuestamente a la defensa y preservación del patrimonio cultural; estas tendencias se expresan en las acciones, programas y articulaciones empresariales, privatizadoras y libres de sus autoridades superiores. No obstante, en esos mismos espacios, los trabajadores de la cultura resisten permanente y sistemáticamente esos afanes de mercantilización y uso privado del patrimonio de la nación. Se destaca, en las instituciones estudiadas en este trabajo, la dicotómica realidad actual de nuestro país. Por un lado, sus trabajadores, quienes representan los valores e intereses nacionales y universales; y por el otro, quienes detentan el poder económico y político para beneficio de una colusión apátrida e insensible al clamor social, nacional y ciudadano."
A los partidos políticos hasta hoy no les importa una Reforma Social de la Cultura como acto político de la identidad del mexicano, les preocupa corregir los efectos y no atender las causas. Ellos quieren legislar contra la corrupción, la violencia y la inseguridad, en lugar de crear una cultura nacional, que tarda años en presentarse y que también estos dichosos actores empresariales e intelectuales intervienen para que se dé.
La cultura en el gobierno es un espacio de poder de los actores políticos y los poderes reales.